Es una alegría inmensa ver cómo los buenos tiempos de disfrute en familia están llegando y se están asentando en nuestro querido municipio de Diego Ibarra. Esta ciudad, que normalmente respira tranquilidad, ahora vibre con una energía diferente, una energía que invita a todos a salir y disfrutar. Cuando el sol comienza a desprender sus últimos rayos dorados y la tarde se viste de un manto anaranjado, las familias se reúnen, donde la emoción de los toros coleados despierta sonrisas y risas contagiosas. Los niños corren por los alrededores, sus ojos brillan de emoción mientras esperan ver a los talentosos coleadores en acción. La música llena el aire, melodías que evocan tradición y fiesta, creando un ambiente inmejorable para disfrutar juntos. Este arte, que combina habilidad y coraje, se convierte en el centro de atención. Cada pase del toro es un espectáculo que mantiene a todos al borde de sus asientos, mientras los coleadores, con destreza y valentía, demuestran su maestría. Entre aplausos y vítores, el alma del pueblo resuena: la pasión por nuestras costumbres se hace palpable. Las familias comparten risas, anécdotas y sueños; se crean recuerdos imborrables que se atesoran con cariño. Es en estos momentos donde la comunidad se une, fortaleciendo lazos y celebrando la vida en cada rincón de Diego Ibarra. Así, con cada toro que pasa, con cada risa compartida, se consolida la esperanza de que los buenos tiempos han llegado para quedarse, convirtiendo a nuestra amada ciudad en un lugar vibrante y lleno de amor, donde el disfrute en familia florece como nunca antes. ¡Que sigan las tardes de toros coleados y la alegría en nuestros corazones!
